“Todo lo que tenga que ver con Cristo tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo”.
Por lo tanto la Misionera de Cristo Resucitado está llamada a contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo.
Esto, la impulsa a buscar caminos nuevos para promover y reintegrar la dignidad de la persona humana.
La Misionera de Cristo Resucitado está presente ayudando, socorriendo, acompañando, curando, sirviendo, promoviendo, reintegrando, generando sinergia a favor de la vida para que el hombre tenga vida y vida en abundancia:
- Trabajamos en la promoción y en la reintegración de personas en situación de crisis por adicciones.
- Atendemos niños hijos de mamás adictas.
- Personas con trastornos de la Personalidad.
- Personas deprimidas y con pensamientos suicidas.
- Enfermos infecto contagiosos.
- Ancianos abandonados.
- Migrantes.
- Familias y personas en extrema pobreza.
Como un imperativo nos haremos presentes en los desastres naturales o provocados por el hombre como Terremotos, guerras, inundaciones etc.
¿Cómo lo hacemos?, ¿Cómo nos hacemos presentes?, ¿Como respondemos?
- La Misionera de Cristo Resucitado comparte el pan con el hambriento.Abre su casa al pobre sin techo.
- Viste al desnudo y jamás da la espalda a ningún hermano.
- Renuncia a oprimir a los demás y destierra el gesto amenazador y la palabra ofensiva.
- Sacia la necesidad del humillado.
- Ejerce su vida apostólica llevando la Buena Nueva a los pobres, la libertad al cautivo, la vista a los ciegos y anunciando la certeza de la Resurrección.
- El apostolado de las Misioneras de Cristo Resucitado consiste primeramente en dar testimonio de su vida consagrada, que debe fomentar con la oración y la penitencia.
- La actividad misionera forma parte de nuestra vida apostólica, por lo tanto somos misioneras por excelencia y este espíritu nos mueve en nuestro ser y quehacer.
- Dios Padre nos ha infundido el espíritu misionero y por lo tanto tenemos una tarea “Id por todo el Mundo anunciando el Reino de Dios a todas las naciones con la certeza de la Resurrección” (Cf Mt 28, 19-20), proclamando a ¡Jesucristo Resucitado!.